4 de julio de 2018

A Zuly Colina Laguna, la educadora de mi vida


Como parte de mi duelo por la partida de quien fue mi compañera de vida durante mas de treinta años, decidì honrar su memoria escribiendo su biografìa, la cual deseo compartir con uds y retomar las publicaciones de mi blog, detenidas por razones obvias. 

Zuly M. Colina Laguna, la educadora del magis (más).

“… solamente eligiendo aquello que más nos conduce al fin para el cual hemos sido creados” (San Ignacio de Loyola)

Aunque el presente artículo puede ser considerado un estudio fenomenológico, su intención única es dejar registro histórico de la vida de una educadora que vivió a mi lado durante más de treinta años y que me colocó en un lugar de excepción para vivir de cerca su compromiso de vida con una obra educativa desde el convencimiento personal y espiritual, de que dicho compromiso era la misión que su absoluto de vida le había encomendado.
Contexto.
Nuestra educadora nace el 20 de abril de 1962, el viernes santo de ese año, en el hospital Central de Maracaibo, estado Zulia, Venezuela. Por lo tanto pertenece a la generación de jóvenes venezolanos que crecimos con el nacimiento de nuestro modelo democrático convencional y con el convencimiento de que asegurando una carrera universitaria, se aseguraría nuestro ascenso social. Muy pocos en esta generación se preguntaron si podían ganarse la vida de otra manera, nuestro norte era la carrera universitaria, por lo tanto las carreras más cotizadas eran las que producían un mas rápido ascenso: medicina, ingeniería, derecho o economía.
Sin embargo ella escoge estudiar sociología, tal era su interés por entender la pobreza que rodeaba a las primeras estudiantes de su vida: las mujeres que asistían a la parroquia Jesús Nazareno del barrio el Manzanillo, en el municipio San Francisco del mismo estado. Desde los doce años se enroló en el Instituto Radiofónico Fe y Alegría (IRFA), un sistema de educación por radio que buscaba, entre otras cosas, alfabetizar a los adultos mayores que no podían asistir a un centro de educación formal del Estado.
La metodología del IRFA era la clásica educación radial para adultos: clases en casa a través de una emisora de radio y facilitación semanal en un centro de orientación con un educador voluntario, que como comprenderán era casi un misionero o un educador ad honorem. Durante más de diez años estuvo Zuly sirviendo de educadora voluntaria en el centro de orientación que funcionaba en la iglesia antes mencionada, en ese tiempo completó paralelamente su bachillerato, sus estudios universitarios y sus primeros dos años de ejercicio profesional, sin faltar casi nunca a su cita de los sábados.
Esta primera experiencia educativa que marcó para siempre su vida, y una fortaleza natural hacia el aprendizaje de los idiomas, hizo que Zuly tomara la decisión de cambiar la sociología por la licenciatura en educación mención idiomas modernos. Comenzaría entonces la formación profesional de una educadora innata y amante de los más pobres de la tierra.
Educar para mantener a una familia.
A comienzos de los ochenta, Zuly termina su licenciatura en educación y por esas cosas que tiene la vida, ni Fe y Alegría ni la Compañía de Jesús tienen vacantes para ella en sus colegios. Aclaremos que ella se había formado espiritualmente en una parroquia eclesial administrada por la Compañía de Jesús y que el fundador de Fe y Alegría era un miembro de esta misma congregación religiosa, por lo tanto su primera búsqueda laboral fue en esas instituciones educativas con las que se sentía en afinidad espiritual.
Es entonces cuando por gestiones de quien se convertirá en su esposo, ingresa a dar clases de inglés en la primaria del Colegio San Agustín de Ciudad Ojeda, administrado por los agustinos del Santísimo Nombre de Jesús de Filipinas. Una espiritualidad diametralmente opuesta a la suya y unos estudiantes hijos de la clase social más alta de esa ciudad, pero había que trabajar para formar una familia. Sólo la animaba el proyecto de vida discernido desde su absoluto, que la llevaba a vivir en un barrio pobre y a relacionarse con Cristo su Señor desde el especial modo de proceder de Ignacio de Loyola.
Durante esta dura etapa de su vida, Zuly vive la triste historia del profesor de media: llenarse de horas de clase en diferentes centros educativos para tener un sueldo mas o menos decente que le permita sobrevivir. En estos siete años aproximadamente, trabajó en tres instituciones diferentes, incluyendo un centro educativo de Fe y Alegría, lo cual generó en ella un problema de nódulos en cuerdas vocales que la obligó a replantearse su labor educativa como profesora de aula.
Mención aparte merece el hecho de que en el centro educativo de Fe y Alegría, Zuly tenía una pequeña carga horaria de apenas ocho horas, nunca quiso dejarlas para poder aumentar su carga horaria en otras instituciones de la ciudad. Sin embargo, cuando empezó a asomar la característica de pensar siempre a favor de los estudiantes, Zuly se tuvo que enfrentar en varias ocasiones a las directoras de ese centro. Las cuales en un momento en que nuestra educadora olvida informar una actividad paralela de uno de los centros educativos donde trabajaba, le obligan a renunciar so pena de ser pasada a la oficina del Ministerio del trabajo por abandono de cargo. Esto hizo que Zuly renunciara al trabajo que mas le afectaba pero con la convicción de que algún día volvería a Fe y Alegría.
Por aquello de que hay que mantener a la familia y con dos niños ya nacidos en el matrimonio, Zuly entra a trabajar en un centro de formación gerencial de PDVSA como instructora de inglés para la gerencia media y alta de la estatal petrolera. Todos los días ella pasaba por necesidad frente al centro educativo de Fe y Alegría del cual fue obligada a renunciar, y me confesó que aunque le causaba cierta rabia y nostalgia el no poder estar dentro de Fe y Alegría, sentía que nuestro Señor la pondría nuevamente en el camino de la educación de los más pobres.
La directora de los hijos de puta.
Luego de esos años de profesora de aula, nuestra educadora emprende de la mano de los Círculos Femeninos Populares una corta labor de coordinación de un multihogar de cuidado diario, en el barrio Libertad de Ciudad Ojeda. Donde vuelve a contactar con la pobreza más baja de nuestro pueblo. Es en esta experiencia donde comienza a acrisolarse la lideresa que fue, pero siempre desde la perspectiva del más necesitado.
Nunca supe cómo, ni siquiera me atrevo a decir que este último trabajo fue lo que hizo a la directora regional de Fe y Alegría Zulia llamar a Zuly para entregarle una misión, que yo en el momento lo consideré un gran desafío y la respuesta divina ante tantas oraciones de ella al pasar frente al centro educativo de Fe y Alegría.
Turiaca era un sector que quedaba al sur del núcleo central de la población de Lagunillas, en la zona de subsidencia del Lago de Maracaibo. Esta población era un hervidero de explotación petrolera en los años 70. Turiaca era sede de una serie de bares y negocios de diversión, a los cuales asistían los bien pagados trabajadores petroleros a descargar sus ganas de vivir y de sembrar su sangre.
Esto hizo que alrededor de estos negocios de prostitución y diversión surgieran pequeñas casas habitadas por los y las trabajadores (as) de estos centros que se nuclearon en una especie de zona de tolerancia.
Allí había una escuela primaria de Fe y Alegría que tenía muchos problemas y de diversa índole. Entenderá el lector que con ese entorno prácticamente no existía una comunidad escolar organizada. Existía además una baja autoestima de maestras y estudiantes: “para qué se le van a poner materos y flores a estos niños” escuché decir a alguna maestra esos años. Había personal pagado directamente por el Ministerio de Educación y contaminado con los vicios comunes de tal figura: “no me pueden despedir por lo tanto, falto cuando quiera”. Finalmente y aunque no era el centro educativo mas alejado del centro de operaciones en Maracaibo, si tenía dificultades de acceso puesto que se encontraba dentro de un campo de explotación petrolera rodeado de taladros, equipos de alta presión, mala vialidad, falta de servicios públicos y pare usted de contar.
Zuly fue nombrada directora de la Escuela Básica Pablo VI Fe y Alegría, a principios de los 90, para cerrar la escuela “con las botas puestas” (palabras de la Directora Regional) o en su defecto recuperarla para el movimiento. Tenía toda libertad de actuación dentro del marco de la ley, pero al final de ese año escolar se debía evaluar la continuidad del movimiento al frente de esa escuela.
Puede tener el lector la seguridad de que, teniendo clara su prioridad de atención en los más pobres, Zuly no iba a cerrar ese centro educativo que era una posibilidad real de ayudar a disminuir la pobreza de esa zona. Sólo se lo planteó como salida no deseada, pero todos sus planes y acciones fueron enrumbadas a resolver los problemas de infraestructura, relaciones personales y pedagógicos de ese centro.
Al finalizar el siglo pasado, nuestra educadora logró sanear el personal del centro, sustituyendo el personal de pago directo por nuevas contrataciones dentro del convenio. Organizó a los colegios AVEC de la Costa oriental del lago, desde la presidencia de la seccional, para realizar juegos deportivos y actividades culturales que permitieron la participación de los estudiantes de Pablo VI como cualquier otro miembro de la organización educativa católica. Organizó viajes cortos a la capital del estado con varios de los grupos del mismo centro, recuerdo la cara de los niños y niñas al ver el puente Rafael Urdaneta por vez primera en sus vidas. Y finalmente dejó un equipo directivo acoplado a un personal renovado y comprometido con el movimiento que liderizó el traslado del centro educativo a Ciudad Ojeda para comenzar una nueva etapa en esa institución.
Esta primera experiencia gerencial de Zuly en el movimiento Fe y Alegría, hizo que la nueva directora regional le propusiera emigrar a Maracaibo para encargarse de la coordinación de pastoral del movimiento, un salto cualitativo en el compromiso de ella con la obra educativa del P. Velaz.
La pastoral escolar desde la espiritualidad ignaciana.
Aunque el movimiento de educación popular Fe y Alegría fue fundado por un miembro de la Compañía de Jesús, por razones digamos que de desarrollo del movimiento, la espiritualidad de los jesuitas no era ni impuesta por ellos, ni tampoco era promovida por los que se supone llevaban adelante la pastoral de los colegios. La existencia de una buena cantidad de congregaciones religiosas de diversa espiritualidad, hizo que los Jesuitas que estuvieron en la directiva del movimiento respetaran esa situación.
Zuly era miembro de la Comunidad de Vida Cristiana (CVX), una organización laical con rango vaticano y de espiritualidad ignaciana, la misma de los jesuitas. Y aunque muy cercanas como organizaciones, en palabras jocosas del actual P. General de la Compañía “la CVX Venezuela había crecido en miembros a pesar de la Compañía de Jesús”. Ella no podía coordinar una pastoral de colegios, sin que esta llevara al encuentro de las personas con Jesús de Nazareth a través de “el especial modo de proceder” de la espiritualidad de Ignacio de Loyola, fundador de los jesuitas. Ese había sido el norte de su vida y no podía pensar en otra pastoral desde otra espiritualidad.
Pero no fue fácil, luchar contra la tradición de falso respeto a la espiritualidad de las congregaciones religiosas que ayudaron a Velaz en el desarrollo de Fe y Alegría. Sólo como muestra mencionaré el hecho de que en una Asamblea de la Provincia, Zuly aprovechó para preguntar ¿por qué la Compañía no promocionaba la Espiritualidad dentro de Fe y Alegría? Recibiendo una respuesta fuera de tono, de uno de los miembros de la directiva: “ahora ¿vamos a estar repartiendo estampitas de San Ignacio por los colegios de Fe y Alegría también?” Zuly guardó silencio, puesto que en su defensa salieron otros miembros de la directiva y el diálogo no tomó otros tenores. En íntimo me dijo: ¿Será que el Padre no conoce otra forma de promocionar la Espiritualidad Ignaciana? Yo le contesté que ella tendría que enseñarles. Creo que mi respuesta le presentó a ella un reto, que le marcó en su accionar de esta parte de su vida.
Al organizar la coordinación de pastoral hizo que los coordinadores de pastoral de cada escuela se sintieran miembros de una comunidad eclesial que compartía no sólo el trabajo pastoral dentro del centro educativo, sino que juntos se formaban para acompañar procesos de vida, algo muy propio de la Espiritualidad. Organizó Ejercicios Espirituales anuales y de varios días para los miembros de este equipo de coordinadores y luego convenció a la directiva regional de la necesidad de esta experiencia espiritual para los miembros de los equipos directivos de los centros educativos.
A pesar de lo exitoso de estas primeras experiencias, la falta de recursos comenzó a hacerse pasar como excusa para dejar de organizar estas costosas experiencias de retiro. Entonces nuestra educadora ignaciana, pidió permiso para organizar un evento y recoger fondos para la coordinación. Y lo hizo, junto con su equipo de coordinadores, logró que unas cuatro mil personas, todas de los centros educativos, llenaran el Palacio de Eventos del Hotel Maruma para escuchar a Tecupáe y otros grupos. En orden, sin accidentes y con un beneficio económico que permitió la independencia casi total de la coordinación de pastoral de la dirección regional de escuelas, algo que no podía ser.
La independencia económica fue tal, que alguna vez la administración regional recibió ayuda del fondo de la coordinación de pastoral. Por muchos años se logró organizar actividades de Ejercicios Espirituales y de formación específica en la Espiritualidad ignaciana con fondos propios de esta coordinación. Esto sembró en los equipos directivos de los centros educativos, la necesidad de organizar este tipo de eventos de formación y tomar la responsabilidad de costear por si mismos estas actividades.
Esto fue irreversible, hasta el punto que ella logró que se apartara una fecha para los siempre olvidados obreros y el personal administrativos de los centros educativos. No podré recoger testimonios de esta parte del personal de Fe y Alegría Zulia, pero los que fueron testigos de esto saben que antes de Zuly hablar de Ejercicios Espirituales para obreros y administrativos en la zona Zulia, era impensable.
Tanta independencia en su actuación, también trae problemas, con personas que conciben la dirección cómo control total de los procesos. Al aparecer estos roces, en la manera de entender la dirección del programa escuelas, Zuly se retira primero al Centro de Formación e Investigación P. Joaquín y allí inicia la sistematización de una propuesta curricular para “promover procesos de aprendizaje de valores en la Educación Básica”. Este trabajo colectivo, quedó plasmado en el primer libro de la serie La Alegría de Vivir, Educación en valores, Caminamos Juntos, de la cual Zuly es su autora.
Luego de este retiro momentáneo del programa escuela, ella vuelve a la coordinación de pastoral, pero la independencia que había ganado en años anteriores, ya no existía en esa misma medida. Trató de acoplarse a estas nuevas directrices gerenciales, pero ya su salud le estaba jugando una mala pasada. Prefirió pedir su traslado a un centro educativo cualquiera que estuviera cerca de su casa, y fue asignada a ETI Nueva Venezuela en el Barrio La Polar del Municipio San Francisco.
La directora de los ojos bonitos.
El epígrafe no es mío, es de varios niños de primaria, que la recibían en las mañanas al llegar a su centro educativo. Los últimos años en este mundo, Zuly los pasó mejorando la vida de los estudiantes de ese centro educativo: el agua para beber, la comida del programa de alimentación escolar, las organizaciones estudiantiles, entre otras cosas. Cosas tan esenciales para el funcionamiento de un centro educativo, pero que fácilmente se dejan de lado ante el elemento burocrático, pero ella no lo era, era directora para sus muchachos.
Los últimos tres años de su vida, estuvo dedicada a este centro. La jubilación del Ministerio llegó en octubre del 2017 y ella parte al encuentro del padre el 23 de marzo de 2018, un viernes de dolores al inicio de la semana santa de ese año. Nacer y morir en Semana Santa, ¿casualidad?, no que va. Es signo de su vida, el Señor nos la envió en su celebración mayor y se la llevó en el mismo importante momento de conmemoración.
Estamos frente a una vida entregada a la educación católica. Una mujer que se consumió, literalmente, para ser luz y sal de la tierra como el Señor se lo pidió. Convencida de que la espiritualidad ignaciana es una manera muy especial de llevar a las personas a un encuentro profundo con el Señor y de allí, tener apóstoles que como ella, den su vida por los más necesitados: los pobres de Yavé.
Podría escribir muchas otras cosas sobre la labor cumplida por Zuly dentro del Movimiento de educación popular Fe y Alegría, pero este suscinto recorrido por su actividad como educadora, me sirve para que quien quiera indagar en su obra le sea fácil encontrar a los testigos de la misma, que aún se encuentran en los centros educativos de la zona Zulia. Mi único objetivo ha sido honrar la memoria histórica, de esta mujer que se consumió a si misma para ser la luz que guíe a los equipos directivos y a todos los miembros del movimiento a centralizar sus acciones en la razón de ser de nuestra existencia como educadores: los estudiantes de todos los niveles y modalidades. Confiado estoy en que nuestro Señor le ha premiado con su Reino, amén.

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